Hoy he estado meditando y este mundo me gusta. tal cuál, con la paz y la guerra, con el llanto y la risa, con los buenos y malos, con los bosques y las fábricas. Este es el mundo en el que vivo, quiero abrazarle. Consciente de que entre todos le hemos creado he inventado tal como es y de que sólo entre todos y cada no uno de nosotros, lograremos transformarlo cada día.

El primer paso para la transformación es dejar de dividir el mundo en dos: buenos y malos, feos y guapos, ciencia y religión, derecha e izquierda. Los orientales y otras culturas lo tienen bastante claro, una muestra es el yin y el yang, lo femenino y lo masculino. ¿Qué sobra? Nada. La luz y la oscuridad, el calor y el frío. Todo es necesario.

Por eso me gustan los cuentos en los que todos los personajes viven, sienten y aprenden. En la vida todos estamos en el mismo camino. Aparentemente, por los sucesos que nos transmiten las noticias, las películas o las series, unas personas son buenas y otros son malos, unos pierden y otros ganan e incluso hay quién dice “la vida es así”, “para que haya ricos tiene que haber pobres”….y otras frases similares.

Pues yo creo que la vida no es blanco o negro, es un arcoiris. Y también es blanco y es negro y es gris.

La vida es primavera, verano, otoño e invierno, noche y día…tarde, anochecer y todo evoluciona, con su ritmo, el universo funciona así, aparecen y desaparecen estrellas y constelaciones ¿Y eso está mal? Decimos que es natural. Bien, pues también es natural que haya personas con diversas formas de ver la vida, con distintas experiencias. El corrupto aprende y el que no lo es también.

Mejor, porque es más sano y equilibrado. Los malos no son tan malos, los buenos no son tan buenos. el corrupto es una persona y el santo es una persona que está en esta vida aprendiendo igual que tú y que yo. Ha tomado unas decisiones, ha elegido unas actividades y como todo tendrá sus consecuencias.

Por eso en mis cuentos me sale espontáneo que todos los personajes sean todo y no focalizar en uno toda la maldad y en otro toda la bondad. Así no es la vida real. Aunque a veces en los cuentos exagero personalidades, las llevo al extremo. También es lógico. Así se consigue llamar la atención de los que escuchan y que se hagan preguntas, que piensen y que se metan más en la historia.

La impermanencia

La impermanencia

 

 

 

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