Hoy, os presento un juego para iniciarse en prácticas de la relajación, meditación y consciencia plena o mindfulness, ideal para hacerlo en familia o en clase.

Después de leer el cuento de Carlota y las mariposas puedes entrar en la misma experiencia que la niña protagonista.

Convertirte en una flor.

¿Cómo?

Con la ayuda de la Mariposa Consciencia.

Primero hay que construirla. Es fácil. Coge unos pétalos de una flor de plástico o tela (Los venden sueltos en algunas tiendas. Evita los perfumados, el olor es demasiado fuerte), Una goma del pelo pequeña, hilo y aguja y cóselo como te indico en las fotos. También puedes hacerla con un papel, tela, o lo que se te ocurra.

Y ahora, ya construida, a jugar. Dos niños, un niño o un adulto. También se puede hacer con un grupo de niños (En este caso el adulto empieza y se sienta en el centro del corro y los niños a su alrededor).

Sentados en el suelo, uno en frente del otro. Podemos poner algo de música tranquila o con sonidos de la naturaleza.

Uno de los dos se coloca en su dedo la mariposa. Es mejor que empiece el adulto en esta posición para que guíe el juego y enseñe al niño y luego se intercambiarán los papeles.

El otro cierra los ojos. Se concentra en su propia respiración.

El que tiene la mariposa, orienta con las siguientes palabras (más o menos) al que se está transformando en flor: “Observa y escucha tu respiración. Inspiras. Expiras. Imagina que eres una flor en medio de la naturaleza. Tus raíces en la tierra sostienen su tronco. Tus pétalos abiertos del color que elijas ¿Qué prefieres ser? Geranio, rosa, margarita…. Estamos tranquilos y contentos. Inspiramos y espiramos. Imaginamos en el cielo: el sol, la luna o las estrellas. Los árboles alrededor, las mariposas, abejas y otras flores y plantas. Elige el color del cielo puede ser de atardecer, amanecer o por la noche. Sabemos que es posible que en algún momento una mariposa se pose en “la flor” (en su nariz, barbilla, cabeza, brazo…)”

La persona que hace de flor cuando la mariposa se posa, se da cuenta y sonríe, sin abrir los ojos, y puede decir dónde se ha posado o sólo sonreír y disfrutar del momento.

Cuando la mariposa se va “la flor” sigue atenta a su respiración, hasta que de nuevo la mariposa se posa en otra zona (la rodilla, un pie…). La mariposa, como una campanilla nos devuelve a la realidad del momento presente cada vez que se posa en nosotros.

Si el niño es más pequeño, puede señalar el sitio con el dedo y el adulto u otro niño más mayor le dirá el nombre de esa parte de su cuerpo.

Cuando pasen unos minutos cambiamos los papeles.

Mientras practicas este juego trabajas la concentración, la energía de la consciencia plena, la atención, la gestión de la pérdida o del conflicto…. Y muchas más cosas que descubrirás.

¡Qué disfrutes de este momento de consciencia jugando!

 

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